En las sociedades industriales
avanzadas (Europa, EEUU, Japón, ...) la presencia y
hegemonía de las denominadas "nuevas
tecnologías" (en adelante, NNTT) en las
transacciones económicas y comerciales, en el ocio y el
tiempo libre, en la gestión interna de empresas e
instituciones, en las actividades profesionales, ...,
comienza a ser un hecho evidente e imparable.
Las nuevas tecnologías de la información y
comunicación (ordenadores, equipos multimedia de CD-ROM,
redes locales,Internet, T.V. digital ...) que podríamos
definir como sistemas y recursos para la elaboración,
almacenamiento y difusión digitalizada de información
basados en la utilización de tecnología informática,
en consecuencia, están provocando profundos cambios y
transformaciones de naturaleza social y cultural, además
de económicos. Muchos pensadores e investigadores
denominan a este nuevo contexto social, cultural,
político y económico en el que vivimos como sociedad de
la información.
La "información" se ha convertido en una
materia prima de primer orden que se elabora, se
transforma y se comercializa como cualquier otro producto
manufacturado. La "información" ha impregnado
tanto las instituciones y organizaciones sociales como la
vida cotidiana de cada individuo de tal modo que en estos
momentos dependemos cada vez más de las máquinas que la
transmiten. Todas las personas producimos y consumidos
diariamente información bien a través del teléfono, de
los medios de comunicación, de los ordenadores.
De modo similar en las
sociedades urbanas como la nuestra, la
socialización cultural de los niños u niñas
cada vez en mayor medida se produce a través de
la utilización de distintas tecnologías de la
información que utilizan prácticamente desde
que nacen (la televisión, el vídeo, el
multimedia, videojuegos, Internet, ...). Los
actuales ciudadanos menores de diez años son, en
este sentido, la primera generación nacida y
amamantada culturalmente en la llamada sociedad
de la información.
En consecuencia, esta nueva generación cada vez
aprenden más cosas fuera de la escuela a través
del uso de las distintas tecnologías
audiovisuales e informáticas. Dicho de otro
modo, cada día los jóvenes acceden a más
educación fuera del contexto escolar a través
de soportes multimedia, de software didáctico,
de televisión digital, de redes informáticas,
de programas audiovisuales para vídeo, ...
Una escuela anticuada
¿Cómo está afrontando la institución escolar
este fenómeno? ¿Las escuelas disponen de los
recursos y medios suficientes para poder
desarrollar adecuadamente procesos educativos
apoyados en estas nuevas tecnologías? ¿Conoce y
domina el profesorado la tecnología como para
usarlas provechosamente con fines pedagógicos?
¿Se enseñan en las escuelas los conocimientos y
habilidades adecuadas para que nuestros alumnos
puedan desenvolverse inteligentemente en la
sociedad de la información?.
Muchos opinamos que no. Muchos ya afirman que la
escuela está quedándose rezagada respecto a los
vertiginosos cambios que se están produciendo en
el seno de nuestras sociedades. ¿Qué hacer, en
consecuencia, para que la institución escolar se
adecúe a las nuevas necesidades y demandas
educativas de la sociedad de la información?
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¿Analfabetos
tecnológicos?
Hasta la fecha, uno de los papeles clave asignados al
sistema escolar, ha sido el de la alfabetización del
alumnado en el dominio de la cultura impresa en sus dos
dimensiones: la lectura (es decir, la capacidad para
obtener conocimiento a través de la decodificación de
los símbolos textuales) y la escritura (la capacidad
para comunicarse a través de dichos símbolos). A lo
largo del s. XIX y XX hemos definido como persona
alfabetizada a aquella que dominada los códigos de
acceso a la cultura escrita o impresa (saber leer) y que
a la vez poseía las habilidades para expresarse a
través del lenguaje textual (saber escribir).
Hoy en día, en un mundo donde la comunicación se
produce no sólo a través del lenguaje escrito, sino
también a través de otros lenguajes como son el
audiovisual y a través de soportes físicos que no son impresos (televisión, radio,
ordenadores, ...) el concepto de alfabetización cambia
radicalmente. Los educadores debemos cambiar nuestro
concepto de persona culta y alfabeta.
En la actualidad el dominio sólo de la lectoescritura
parece insuficiente ya que sólo permite acceder a una
parte de la información vehiculada en nuestra sociedad:
a aquella que está accesible a través de los libros.
Una persona analfabeta tecnológicamente queda al margen
de la red comunicativa que ofertan las nuevas
tecnologías.
¿Qué estamos sugiriendo? Que en un futuro inmediato
aquellos ciudadanos que no sepan desenvolverse en la
cultura y tecnología digital de un modo inteligente
(saber conectarse y navegar por redes, buscar la
información útil, analizarla y reconstruirla,
comunicarla a otros usuarios) no podrán acceder a la
cultura y el mercado de la sociedad de la información.
Es decir, aquellos ciudadanos que no estén cualificados
para el uso de las NNTT tendrán altas probabilidades de
ser marginados culturales en la sociedad del siglo XXI.
Este analfabetismo tecnológico provocará, seguramente,
mayores dificultades en el acceso y promoción en el
mercado laboral, indefensión y vulnerabilidad ante la
manipulación informativa, incapacidad para la
utilización de los recursos de comunicación digitales.Educar para la cultura y
tecnología digital
Por esta razón, una meta educativa importante para las
escuelas debiera ser la formación de los niños y niñas
como usuarios cualificados de las nuevas tecnologías y
de la cultura que en torno a ellas se produce y difunde.
Esta formación, desde nuestro punto de vista, debe
plantearse con objetivo de que los/las alumnos/as:
- dominen el manejo técnico de cada tecnología
(conocimiento práctico del harware y del software que
emplea cada medio),
- posean un conjunto de conocimientos y habilidades específicos
que les permitan buscar, seleccionar, analizar,
comprender y recrear la enorme cantidad de información a
la que se accede a través de las nuevas tecnologías
- desarrollen un cúmulo de valores y actitudes hacia la
tecnología de modo que no se caiga ni en un
posicionamiento tecnofóbico (es decir, que se las
rechace sistemáticamente por considerarlas maléficas)
ni en una actitud de aceptación acrítica y sumisa de
las mismas.
Buscando
un nuevo modelo educativo
Las nuevas características y necesidades de la llamada
sociedad de la información reclaman un nuevo modelo de
escolaridad. Es necesario y urgente cambiar el
significado y sentido de la educación en las escuelas.
Ya no sirve como en décadas anteriores que el alumnado
memorice y almacene mucha información (sobre geografía,
historia, ciencias naturales, matemáticas, lingüística,
etc.). Lo relevante, en la actualidad, es el desarrollo
de procesos formativos dirigidos a que el alumnado:
. aprenda a aprender (es decir, adquiera las habilidades
para el autoaprendizaje de modo permanente a lo largo de
su vida) |
. sepa enfrentarse a la información (buscar,
seleccionar, elaborar y difundir aquella información
necesaria y útil)
. se cualifique laboralmente para el uso de las nuevas
tecnologías de la información y comunicación
. tome conciencia de las implicaciones económicas, ideológicas,
políticas y culturales de la tecnología en nuestra
sociedad
El sistema escolar que tenemos nació con una concepción
de la enseñanza pensada para dar respuestas de las
sociedades industriales del siglo XIX y XX. La sociedad
del siglo XXI representa un escenario intelectual y
social radicalmente distintos. Nuestra responsabilidad es
ir elaborando alternativas pedagógicas innovadoras que
respondan a las exigencias sociales de una sociedad
democrática en un contexto dominado por las tecnologías
de la información. ¿Cuál debe ser este nuevo modelo
educativo para las escuelas del nuevo siglo? ?Cómo
ponerlo en práctica en las aulas? ¿Qué cambios deben
ser introducidos en los centros educativos? ¿Cómo
formar al profesorado para asumir estos retos?... Muchas
preguntas para un solo artículo. Continuaremos.
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